En la reunión del PPP Américas 2007, patrocinada por el Banco Interamericano de Desarrollo y realizada el lunes y martes pasados en Costa Rica, fue presentado el informe Infrascopio 2016 en su quinta edición, elaborado por The Economist Intelligence Unit con apoyo del Fondo Multilateral de Inversiones del BID. Uno de los atractivos de este informe es que consigna un índice que mide la capacidad de diecinueve países de América Latina y el Caribe para movilizar inversión privada en infraestructura a través de Asociaciones Público-Privadas (APP).Los resultados respecto de la última versión del año 2014 señalan que entonces Perú estaba tercero con 70.5 puntos y ahora calificó quinto con 69 puntos. Entretanto, Chile baja dos puntos (de 76 a 74), pero sigue puntero en la región. Sin embargo, otros sorprenden. Colombia subió nada menos que trece puntos en apenas dos años y alcanzó a Chile. Sin embargo, Jamaica (de 44 a 71) y Honduras (del 38 al 65) subieron aun más, para colocarse cuarto y sétimo, respectivamente. Nicaragua pasó del puesto 17 al octavo, subiendo de 21 a 64 puntos, alcanzando a El Salvador y Uruguay en el puerto 8. Por su parte, México se mantuvo en sus 68 puntos, pero ante la arremetida de los demás, al igual que Perú, bajó del cuarto al sexto lugar. Estas mediciones reflejan cuanto se dañó el contexto para desarrollar proyectos a largo plazo como las APP a partir de esta década. Como si esto fuera poco, es más preocupante aún revisar estos resultados a sabiendas de que aún no incorporan el efecto terrible que los escándalos de Odebrecht en las APP peruanas han tenido sobre el clima de inversión para el desarrollo de estos negocios. Malos diseños de proyectos, presión política y corrupción tenían que pasar factura. Y no, ya no somos la estrella que creímos ser, y nos estamos quedando.