El 30 de diciembre de 1963, cinco meses después de instalarse el gobierno de Fernando Belaunde Terry, la coalición apro-odriísta censuró al gabinete presidido por Oscar Trelles. Desde los primeros días, la gestión de Acción Popular no tuvo ningún respiro, ninguna tregua. Aquel día el ministro de Gobierno y Policía (hoy del Interior) Javier Alva Orlandini, quien también era diputado, habló durante 16 horas y levantó todos los cargos por los sucesos en Cerro de Pasco en el que invasores de terrenos y policías se enfrentaron. Igual, no le hicieron caso.

Cómo cambian los tiempos. Hoy Acción Popular encabeza censuras, mociones y bloqueos al Gobierno. Pero eso no es el único detalle. Hoy para defender posiciones los congresistas ya no exponen discursos, y menos de largo aliento, solo gritan cosas como estas: “Hasta a Vizcarra le sacaron la inmunidad, ya se cag… ese conch… su m…”, “Soy congresista pero no sé ni lo que voto”, “Vizcarra debe estar en la lista de fusilados”, “Veremos qué bancadas defienden a la mayor socia de la banca terroristas”, “Ni sabemos cuál es la tendencia sexual del presidente”, “Se esconde bajo las faldas de su ministra de Justicia”.

El Congreso está cada vez peor. El Parlamento, el lugar donde se debe dialogar, debe servir para ponerse de acuerdo en busca del bien común de los representados. No solo hay que saber hablar, fundamentalmente hay que saber escuchar. Los insultos, agravios y ataques solo pretenden generar repercusión y protagonismo para ocultar sus sibilinos intereses subalternos. Pero recuerden, nosotros los pusimos allí.  En 7 meses habrá nuevas elecciones. Hay que elegir bien. No podemos seguir tocando fondo.