La semana pasada debe haber sido una de las más complicadas para el presidente Martín Vizcarra desde que hace más de dos meses disolvió el Congreso en medio de un fuerte olor a inconstitucionalidad. Esto sucede en momentos en que las encuestas de aceptación del Mandatario se encuentran a la baja y no hay mayores obras ni reformas que mostrar a 20 meses de gestión, pese a que ya no está en funciones un Legislativo acusado desde Palacio de Gobierno de obstruccionista y saboteador.

Días atrás, el ministro de Cultura, Francisco Petrozzi, tuvo que ser enviado a su casa, con lo que se convirtió en el tercer miembro del gabinete del premier Zeballos en verse obligado a dimitir. Mientras tanto, han salido a la luz hechos sucedidos durante la gestión del actual jefe de Estado en el Gobierno Regional de Moquegua que merecen una nueva investigación de la Fiscalía, por tratarse de presuntos hechos de corrupción que no pueden ser dejados de lado.

Allí está el sospechoso pago de poco menos de S/42 millones en un día a un dudoso consorcio por la construcción del Hospital Regional de Moquegua a través de una extraña modalidad denominada "pitufeo". Acá tiene mucho que ver uno de los hombres de máxima confianza del Mandatario: el hoy ministro de Transportes y Comunicaciones, Edmer Trujillo. Todo esto sucedió la víspera de que ambos dejaran sus cargos en la mencionada jurisdicción del sur del país.

Un día antes de este desembolso, que ha llamado la atención de la Contraloría, el entonces gobernador Vizcarra firmó un detallado convenio con un órgano descentralizado del Ministerio de Salud para que este termine de ejecutar la obra.

¿Por eso el apuro en hacer el pago? Difícil creer que el titular de la región desconociera los detalles de una obra si estuvo en condiciones de suscribir un detallado acuerdo, tal como informamos en este diario el último sábado.

Si no hay nada que ocultar ni temer, el primer interesado en que este asunto se aclare debería ser el Mandatario y su siempre cuestionado ministro Trujillo. Un gobernante que se ha promocionado como el abanderado de la repugnante corrupción que nos aqueja no puede dejar que las nubes negras se acumulen sobre su cabeza. Acá hay sospechas muy delicadas y la Fiscalía tiene que hacer su trabajo, pues nadie está por encima de la ley.