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Aunque aquí las cosas pueden dar vuelcos inverosímiles de una semana a otra, la encuesta de octubre del 2019 de EC-Ipsos va mostrando que se configura un centro político anticorrupción que ha sintonizado con la posición del gobierno de Vizcarra. Deja a ambos lados unas preferencias minoritarias para la izquierda y la derecha que, como ya hemos dicho aquí mismo en otras oportunidades, siempre se les necesita para un balance opositor que equilibre las decisiones. Si este panorama es acertado, el electorado algo habrá aprendido de esta crisis en que seguimos embarcados y, lo que sería mejor, deberá traducirse en la composición del nuevo parlamento. Mejor todavía si los congresistas disueltos quedan en libertad de volver a candidatear y los electores les ratifican la sentencia. ¿Habrá quienes se atrevan a intentarlo? Nunca faltan los caraduras. Pero, como dice la actual oposición al gobierno de Vizcarra, la bandera de la anticorrupción no garantiza un mejor crecimiento de la economía ni el éxito en las tareas del Gobierno. Naturalmente -eso no lo dicen- menos lo garantizará un gobierno que camine de la mano de los corruptos. Tiene alguna lógica primero desinfectar la casa y luego ponerse a pintarla y decorarla. También es importante destacar que en las preferencias del electorado se nota un interés por lo nuevo, lo novedoso, en contraposición a lo ya conocido, asociado a la impunidad que sigue intentando, con uñas y dientes, aferrarse a una posición ya perdida en el panorama político nacional. Apostar por los jóvenes (pese a aquello de que “Más vale malo conocido que bueno por conocer”) abona ventaja a los candidatos que además reúnan las condiciones que aplican a todos, sin diferencia de edades. Por lo visto, la experiencia y la vejez se han asociado a las mañas del que “sabe más por viejo que por diablo”. Lo importante es que hayamos aprendido la lección.