En medio de la calamidad sanitaria y económica del avance del COVID-19, el presidente Martín Vizcarra ha dado ayer una buena noticia para el norte del país, la cual ha sido muy esperada en los tres años que han transcurrido desde la llegada del Niño costero en el verano de 2017: una acción decidida y seria a través de un contrato de gobierno a gobierno con Reino Unido para reconstruir la infraestructura dañada por ese evento climático.

Con esto, según el anuncio presidencial, en un plazo de dos años se realizarán obras en 15 hospitales y 74 colegios en Piura, Lambayeque, La Libertad, Áncash y Lima, por un monto de siete mil millones de soles, lo cual no es poco, así como trabajos en drenes y acondicionamiento de cauces para evitar futuros desbordes. En gran parte es lo que se esperaba hace tiempo. Es lo que se exigía tanto a Pedro Pablo Kuczynski como a Vizcarra.

Al haber de por medio un contrato de gobierno con gobierno con un país serio, esta vez queda poco margen para que se nos venda gato por liebre como sucedió el año pasado, en que el presidente Vizcarra aseguraba haber hecho decenas de hospitales y colegios que, al menos en medio de la pandemia, nadie sabe dónde están. O para que no se nos diga que se hacen obras en el norte, cuando en realidad en tres años se avanzó a paso de tortuga.

Ojo que parte de la grave situación sanitaria que hoy atraviesa la costa norte se debe también a que la infraestructura hospitalaria y muchas viviendas nunca fueron recuperadas tras las lluvias y desbordes del verano de 2017. Allí el COVID-19 llegó como lluvia encima de mojado. Miremos lo que pasa por estos días en Piura, Sullana y Talara, donde los hospitales están colapsados y la tasa de letalidad está entre las más altas del país.

Esto de las obras a través de un contrato con Reino Unido parece ser un buen golpe de timón para frenar la caída económica y atender a los afectados de hace tres años. Hay que dar muchos más con el propósito de superar la crisis en que nos encontramos. Nada se logra con medias verdades ni optimismos sin sustento ni con subregistros de contagiados y fallecidos. Tampoco con culpar a los rivales políticos. Se necesitan acciones concretas y serias.