La versión de que el ministro de Energía y Minas, Óscar Vera, es una de las cuotas que tiene en el Gabinete Ministerial Nicanor Boluarte, el hermano presidencial, sería la única razón que explicaría su continuidad en el cargo.
Los proyectos mineros siguen estancados, el combate a la minería ilegal y delictiva es nulo, su sector no se ha opuesto a la ampliación del plazo del peligroso Registro Integral de Formalización Minera (REINFO) y, lo que es peor, bajo su gestión, la quebrada Petroperú alcanzó sus cifras más calamitosas, y no solo llevó a la estratósfera sus niveles de endeudamiento -recibió en 2023 dos salvatajes por 2 350 millones de dólares- sino que se empecina en la explotación de los lotes petroleros I y Vl, con la anuencia de Perupetro, y para ello se ha recurrido al ardid de que su administración será “temporal” y “solo” por un periodo de dos años. La ideología estatista de Vera lo hace insostenible con un Gobierno que espera atraer inversiones y que envía el mensaje teórico de aliento a los capitales extranjeros.
Un ministro que envía a sus allegados un mensaje por WhatsApp para que voten a favor de su continuidad en el cargo en una encuesta independiente de un diario como Correo y usa su poder para ejercer presiones, hace rato que es indigno del cargo que ostenta.
Por ahora, tiene la “suerte” de que sus escuderos comunistas del Congreso -afines a Pedro Castillo- hayan impedido su censura y, por supuesto, que el hermano más poderoso del país, el que impone decisiones en la trastienda, coloca a prefectos y subprefectos, impulsa partidos políticos y mantiene a otro lastre, Víctor Torres, en el Ministerio del Interior, le otorgue su venia porque es el intocable primer hermano de la nación.