Ninguna persona que haya sido parte del gobierno inepto y corrupto de Pedro Castillo y que tenga la frescura de pretender reciclarse para participar en las próximas elecciones, debería contar con el respaldo aunque sea ínfimo de los electores, pues si se trata de ir cambiando la política y decirle no a los que nos meten la mano al bolsillo, sería un absurdo optar por los que sirvieron de soporte a un sujeto que en sus 16 meses de administración estuvo dedicado al saqueo del país.
Hemos visto que tristes personajes como el franelero mayor de la política peruana, Alejandro Salas; el golpista Aníbal Torres, y la escudera incondicional aún luego del golpe del 7 de diciembre de 2022, Anahí Durand, entre otros, están tratando de reciclarse en nuevas agrupaciones con miras a las elecciones generales del 2026. Pretenden ocupar cargos públicos a pesar de haber sido parte del régimen de quien podría ser calificado como el peor mandatario de nuestra historia.
¿Qué va a ofrecer Salas a los electores?, ¿defensa incondicional de cualquiera que le dé chamba como ministro aún si hay abundantes evidencias de que es un ladrón? ¿Y Aníbal Torres?, ¿ofrecerá discursos tóxicos llenos de odio y división entre peruanos con el uso de recursos públicos? ¿Y qué propondrá la señora Durand? ¿ser escudera de quien ante los ojos del mundo pretenda cerrar el Congreso y adueñarse del sistema de justicia que lo tenga cercado por corrupto?
Esta gente no puede venir a burlarse otra vez de los peruanos. Además, en el caso de Torres, lo más probable es que termine con una condena de prisión efectiva por su participación en el quiebre constitucional encabezado por el recluso Castillo. Si ahora no está tras las rejas de forma preventiva como su coacusada Betssy Chávez, quizá se deba a su edad. ¿Otra vez vamos a elegir a alguien que tendrá que ser sacado del Congreso con policías en caso gane un escaño?
Jamás vamos a cambiar la política eligiendo a gente que ya defraudó al país. Si respaldamos a los partícipes de un régimen incapaz y ladrón, después no nos quejemos, luego no digamos “yo no sabía” o “nos engañaron” o “que se vayan todos”. Los que estuvieron con Castillo deberían tener una marca en la frente para que sean reconocidos y castigados por el ciudadano, que sin duda dispondrá de mejores opciones que las mencionadas. Hagámonos respetar, que no se burlen de nosotros.