Gerald Oropeza acaparó primeras planas. La captura del narco-operador de fulgurante carrera empresarial nos tuvo en vilo. No era para menos: de minúsculo afiliado al Partido Aprista pasó a convertirse en el “Engreído del Estado” con sus negocios de S/.334 millones bajo los gobiernos de García y Humala.

Oropeza salta a la fama cuando atacan su auto y no para robarle faros, espejos o radio; le “revientan” uno de sus seis vehículos de alta gama. Es bueno pues que la Fiscalía Supraprovincial contra el Crimen Organizado tome el caso y averigüe qué es lo que pasa. El fiscal Sal y Rosas intuye que hay mucho “oro” bajo el paraguas del delito y que este también cobija un equipo de ocho secuaces.

Como el país cuenta con gente perspicaz, los opositores al Gobierno han descalificado el intenso trabajo de las policías del Perú y de Ecuador, alegando que se trata de un montaje que nos distraiga del ya casi desnudo asunto de las agendas de Nadine. Otros, en el APRA, se sacuden las ropas.

Los ciudadanos estaremos atentos a la defensa que ya esgrimen pintorescos abogados (¿acaso pagados por el narcotráfico?) aduciendo “falta de pruebas” o “cadenas de custodia rotas”. Ojalá que esta vez nuestro sistema judicial nos proteja de los narcos con el debido “cordón sanitario” que significan 25 años de prisión en Piedras Gordas para Oropeza y su tropilla. 

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