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Como peruano, es penoso e indignante que cada cierto tiempo tenga que escribir en este espacio sobre la muerte de un efectivo militar o policial en el Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem). Durante la tarde del jueves último, las balas de los narcoterroristas acabaron en Ayacucho con la vida del suboficial de tercera FAP Elmer Quispe Ríos, de la misma forma como el 19 de julio estos delincuentes mataron al oficial de mar AP José Paredes Collazos.

No obstante, esta vez la indignación es mayor, pues mientras jóvenes uniformados como los valerosos Quispe Ríos y Paredes Collazos están allá en la selva poniendo el pecho, acá los encargados de hacerle frente desde la justicia al terrorismo en cualquiera de sus variantes y al narcotráfico andan en metidos en otras cosas, muchas de ellas nada santas, como hemos sabido a través de los famosos audios que se grabaron a raíz de los presuntos nexos entre jueces y narcotraficantes.

Tengamos en cuenta que las interceptaciones telefónicas al expresidente de la Corte Superior de Justicia del Callao, Walter Ríos, y al suspendido vocal supremo César Hinostroza se iniciaron porque una fiscal descubrió que integrantes de una banda de traficantes de cocaína del Callao, encabezados por el sentenciado Gerson Gálvez Calle (a) “Caracol”, tenían guardados los teléfonos de ambos magistrados. Asimismo, recordemos que gran parte de la droga que sale del Perú se produce en el Vraem, donde matan a militares y a policías.

Por otro lado, han pasado cuatro años desde que la Policía le cayó encima a los cabecillas del Movadef, “brazo político” de Sendero Luminoso, y hasta el momento no se inicia el juicio oral contra esta gente que goza de libertad. Quizá no esté probado el nexo directo entre Alfredo Crespo y los Quispe Palomino del Vraem, pero el terrorismo es terrorismo en cualquiera de sus variantes, y se les debe aplicar la ley sin más demoras ni ambigüedades.

La muerte de militares y de policías en el Vraem está relacionada con malos magistrados aliados -según indicios de la Fiscalía- del narcotráfico y con la parsimonia de un sistema judicial incapaz de poner tras las rejas, de una vez por todas, a los seguidores y defensores de Abimael Guzmán. No olvidemos que este individuo es el criminal mayor y único responsable de que, a 38 años de Chuschi, tengamos a delincuentes en Ayacucho hablándonos de la “revolución” y del “maoísmo” mientras producen cocaína.

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