La tecnología, la incertidumbre y la pandemia interactúan sobre nuestras vidas de manera asombrosa. Ya teníamos bastante con las dos primeras, cuando aparece la tercera para que los escenarios sean más difíciles de predecir.

Sin embargo, son diversos los presagios predominantes para el futuro inmediato. Aunque ya algunos han sido aludidos en anteriores Scopios, por razones educacionales atrae mi interés la afirmación de que habrá modificaciones en los diseños y uso de ambientes en las casas, considerando la necesidad de trabajar en ellas; así como que vivir fuera de las urbes puede ser muy atractivo. Es cada vez más claro que la educación nunca será la que fue y coexistirán la presencialidad y la virtualidad.

El cambio climático y la inteligencia artificial lograrán mayor importancia, especialmente en la producción industrial. El ser humano volverá la mirada a sí mismo, a su salud física y especialmente mental –tan amenazada por el aislamiento- buscando vivir del modo más natural que le sea posible, incluyendo el rechazo a toda forma de contaminación y el retorno al reciclado. También incluirá en sus hábitos de vida un creciente aprecio por el transporte en bicicleta.

En armonía con esto la gente replanteará sus metas personales, de trabajo, de salud, de dinero y espirituales, animándose a producir sus propios alimentos, meditar y ejercitarse cotidianamente.

Como es de suponer, la innovación continuará indetenible, pero para unos seres humanos que pensarán, vivirán y soñarán de un modo distinto. Dos instrumentos adquirirán importancia y debiéramos conocer más sobre ellos: el “pensamiento lateral” y la “permacultura”.