El gobierno del presidente Pedro Castillo debería explicar a todos los peruanos qué hace en el Perú el exmandatario boliviano Evo Morales, a quien vemos por las calles de Lima rodeado de una nutrida escolta policial, cuando en realidad no ocupa ningún cargo público tras haber dejado el poder una vez que se detectaron irregularidades en las elecciones de 2019, con las que quiso atornillarse a la presidencia de su país, en la cual llevaba 13 años al amparo de múltiples reelecciones.

Ya vimos a este personaje en Lima durante la asunción de mando del presidente Castillo, rodeado de jefes de Estado en funciones. Está fuera del poder desde que salió por la puerta falsa tras un escandaloso fraude electoral, pero acá el régimen marxista leninista lo trata con más honres que al rey de España –maltratado por el mandatario– y al jefe de Estado de Colombia, Iván Duque, a quien el flamante gobernante peruano ni siquiera saludó en el Congreso.

El que coma en los mejores restaurantes de Lima y se aloje en el Hotel Westin quizá sea el lado anecdótico de su visita. No olvidemos que se trata de un comunista. Estos lujos que contradicen sus prédicas, son propios de esta gente. Lo preocupante es que este sujeto con muy cuestionados antecedentes democráticos esté siendo tratado como un huésped ilustre por un régimen que abiertamente proclama sus intenciones de quedarse en el poder. Y no olvidemos las acusaciones de pedofilia que pesan en su contra.

¿Morales es el nuevo asesor del gobierno? El problema se agrava cuando estamos en un gobierno como el de Castillo, caracterizado por el misterio y la falta de acceso a la información por parte de los ciudadanos. El país no puede ser manejado como si fuera el Movadef, donde todo debe hacerse en secreto y de forma casi clandestina. Veamos al propio presidente, quien no responde entrevistas y ni siquiera permite el acceso de la prensa a actividades públicas como la juramentación de ministros.

Lamentablemente estamos en un gobierno que nos está acercando a esta clase de personajes nefastos para la democracia y el bienestar de los ciudadanos del Perú. ¿Quién viene después? ¿Nicolás Maduro y Daniel Ortega? ¿Tendremos una visita oficial del dictador cubano Miguel Diaz-Canel? ¿Nos alistamos para la próxima puesta en funciones de la embajada de Corea del Norte en Lima? En fin, qué más se puede esperar de un Ministerio de Relaciones Exteriores manejado por un exguerrillero.