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Guillermo Campos, actor, cantante, 87 años, “el feo que canta lindo”, integrante de esa entrañable promoción de artistas cómicos que han marcado época, cuenta una historia conocida, dolorosa, la del abandono, la carencia, la pobreza en la vejez después de una larga carrera artística. Historia repetida, la hemos escuchado de otras bocas, pero igualitas, sin una coma menos. “Di los mejores años de mi vida para alegrar al pueblo y no merezco esto”. “Canté y llevé nuestra música por todos los rincones y hoy lloro el olvido”. Frases que se reciclan cada cierto tiempo, que reflejan no solo el maltrato a artistas en la edad adulta, una realidad que viven millones de peruanos, no solo los que vemos en la televisión y sobre los escenarios. Pero vayamos al asunto, al pedido extremo de un integrante de nuestra farándula que termina con la insistente solicitud de una “pensión de gracia” que pueda aliviar en algo todo el calvario que vive.

Cuidado, este pedido no es tan sencillo, este tipo de pensiones deben ser evaluadas por una “Comisión calificadora de merecimientos de pensiones de gracia”, que debe finalmente decidir si procede o no para que el Ejecutivo lo derive al Congreso para su aprobación. Pero hay un pequeño detalle: según la ley, ese tipo de pensiones se entregan a personas que hayan realizado “una labor de trascendencia nacional en beneficio del país y que no reciban una pensión e ingreso del Estado”. Las reglas están claras, definidas, muchos dirán que la labor de un cómico, cantante, actor, no es relevante, que los artistas no merecen ser tomados en cuenta para esta gracia presidencial, mientras otros afirmarán que llevar alegría al un pueblo, haber contribuido durante años a su entretenimiento es más que suficiente para que merezcan cualquier apoyo. La polémica está servida, habrá argumentos de ambos lados y una decisión final. ¿Pero qué hacen los artistas para que esta realidad no les estampe en la cara en algunos años más? ¿Qué hace el Gobierno para que se reglamente de una vez la Ley del Artista, que es letra muerta? No hay que olvidar que como todo ciudadano, el artista tiene derechos, deberes y el de la previsión es uno de ellos. Lo más sencillo, para no complicarse la vida, señoras y señores, es aprovechar las buena épocas, porque las hay, tratar de guardar para los tiempos de las vacas flacas. Es penoso ver a importantes figuras que brillaron hace años pidiendo limosnas. No se lo merecen.