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El intento de asesinato del candidato de la ultraderecha brasileña, Jair Bolsonaro, acaba de darle un nuevo giro a las inminentes elecciones presidenciales en el gigante sudamericano. Es evidente que la imputación política por el vil y cobarde ataque debería ser fácil para identificar de qué sector del país podría haberse promovido. En el escenario de las especulaciones, no cabe duda de que la izquierda en Brasil ha sentido el durísimo revés, primero con la detención y el encarcelamiento de su líder y caudillo histórico, Luiz Inacio Lula Da Silva, y luego con la decisión de la justicia de su país de sepultar sus aspiraciones presidenciales al determinar no a lugar la expedición de las condiciones para que sea candidato hallándose ya en la condición de condenado. Podríamos creer que el atacante lo hizo por su propia cuenta, pero también que haya sido por enormes intereses en el Partido de los Trabajadores o afines al mismo, sin que tengamos que así señalarlo. Más allá de la especulación jurídica -sobre la cual serán las propias autoridades judiciales las que harán su trabajo para ir hasta el fondo de la investigación que identifique a los verdaderos responsables del intento de asesinato-, queda claro que la política en el Brasil ha entrado a una fase de peligrosidad ascendente y que el reciente episodio podría desbordar. Parte de este nuevo violento escenario es el contexto político de corrupción que ha impactado en el Brasil desde hace algunos años tirándose abajo a gran parte de la clase política y empresarial brasileña. La recuperación física de Bolsonaro -el ataque con cuchillo llegó a comprometer el hígado- será lento, pero ello no es óbice para que prosiga con sus legítimas aspiraciones presidenciales. Nada de ello ha pasado y parece que sobre todo no dejará de ser candidato. Una razón de fondo es que va primero en las encuestas y ahora, con las nuevas circunstancias, la solidaridad para con el político herido jugará a su favor; pues en política el rol de víctima siempre produce réditos sin proponérselo, como en realidad está pasando. Veremos en lo inmediato, primero, cómo evoluciona su estado de salud y, segundo, cómo se acomodan las orientaciones por esa inesperada coyuntura. 

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