Encontré a Chile mucho más caro que el Perú; un 30% más por lo menos. Esto se debe en gran medida a que el peso se ha revaluado mucho y hoy anda por los 500 (ya hace rato que deberían alumbrar al "peso nuevo", quitándole un par de ceros al actual) por dólar, aunque esta revaluación no ha sido tan aguda como en Brasil, donde los precios son iguales o superiores incluso a Francia.

De entrada, siempre llama aquí la atención el orden, algo que tanta falta hace en Latinoamérica en general. Eso se refleja desde las colas en el aeropuerto -nuestro Jorge Chávez está en general mejor que Pudahuel, aunque me parece genial ese uso de pantallas externas desde equipajes para que uno sepa afuera si ya llegó la persona esperada- hasta el manejo. Conduces por la autopista con la plena seguridad de que el tipo de adelante se va a pasar a la derecha inmediatamente para dejarte adelantar por la izquierda, que los carros lentos y camiones siempre van por la diestra, que nadie deja de usar las luces direccionales (esas de adorno en el Perú), que el derecho de paso del peatón es sagrado, que a nadie se le ocurre no cruzar por el puente peatonal, como tanto imbécil hace en Lima. También resalta la limpieza: los pisos, las mesas y los baños brillan hasta en los restaurantes de carreteras (siento decirlo, pero he viajado muchísimo y nuestro país es uno de los países más sucios que he visto en el mundo). Otra cosa a imitar es la infraestructura vial (a pesar de ser simples autopistas de 2 carriles, están muy cuidadas. Los peajes son de $4) y la atención médica (una persona amiga cogió una muy fuerte infección interna y la clínica local -de una pequeña ciudad similar a Tacna o Ilo- no tenía nada que envidiarle a una par limeña de alto standing, con ecografías y todo, además de mucho esmero en el cuidado).

Traté de llevar al día el debate político local a pesar de estar en una zona relativamente remota al sur. Mi primera impresión fue de sana envidia. Aquí se quejan mucho de sus políticos, y especialmente de sus congresistas, pero el promedio que observé eran del nivel de Mulder o Ántero Flores Aráoz. Por lo menos, no vi impresentables ("robaluces", "comepollos"), demagogos extremos, gente que no sabe ni siquiera expresarse o ignorantes patéticos, como abundan lamentablemente en nuestro país (y para ser justos, también en otros parlamentos latinoamericanos, como el argentino, el ecuatoriano o el brasileño). También los ministros se mostraban competentes y bienhablados. Cierto es que Piñera es metepata y no es nada político, pero me parece que sus problemas principales –de lo que olfateé- son que la gente se creó demasiadas expectativas con él tras el recambio con la Concertación, que hizo mal en postergar a sus aliados políticos en el gabinete por colocar inicialmente sólo inocentes tecnócratas (esto suele funcionar como Inglaterra, con "ministros políticos" y tecnócratas como sus segundos) y que –como en todos lados- a la derecha no se le perdona una en el poder y el establishment mediático-académico-intelectual-sindical izquierdista es implacable en la oposición y ultraperdonavidas con los suyos cuando están en el gobierno (como en el Perú. Miren las mimosas portadas de La República, D-16 o La Primera, las caricaturas de Carlín, los artículos de Zapata, Álvarez Rodrich o Lauer, la actitud de Ernie y las ONG caviares, etc. frente a los errores del humalismo. Después se pican cuando se actúa como ellos).

Lo de los estudiantes es un berenjenal de difícil arreglo. Si bien muchas de sus demandas son atendibles, sus dirigentes me parecieron unos maximalistas ideologizados (la guapa lideresa es hija de comunistas y ella misma pertenece a las juventudes del PC chileno, así que es una rojaza demagoga y complicada) que buscan mucho más joder y peliculina que negociar, además que no tienen control sobre su "calle" (muchos adolescentes manifestantes caen en el gamberrismo por cosas de la edad).
Ya contaré más al regreso.