La crisis que ha desencadenado la salida por la puerta falsa del ministro de Relaciones Exteriores, Héctor Béjar, luego de sus inaceptables agravios a la Marina de Guerra del Perú y del rechazo casi unánime que esto generó, debería servir para que el presidente Pedro Castillo, quien es un novato en política, tome nota y sea consciente de que no puede poner a cualquier impresentable en el gabinete por más que haya ganado las elecciones y lleve las riendas del país.

El jefe de Estado debería saber que la República del Perú no es la chacra del partido de gobierno, ni de Vladimir Cerrón ni de Guillermo Bermejo. Tampoco es ese sindicato dudoso de profesores desaprobados en sus evaluaciones. Acá no se puede venir a nombrar como ministros a guerrilleros, terroristas, corruptos, sinvergüenzas, buenos para nada, come echados y demás perlas, y creer que la gente se va a quedar callada y va a bajar la cabeza.

Quizá eso ocurra en una dictadura marxista leninista como la que sueñan los miembros del Movadef, pero acá, al menos por ahora, las cosas no son así. Béjar se ha tenido que ir tanto por sus agravios a la Marina como por impresentable, por su pasado de guerrillero violento, de maleante. Este señor jamás debió ser miembro de un equipo ministerial, como tampoco el premier Guido Bellido; el titular de Trabajo, Ilber Maraví y otros más con pasado explosivo y tortuoso.

De otro lado, en medio de esta situación crítica ha llamado la atención la ausencia del presidente Castillo ante los ojos de los peruanos, quienes están obligados a informarse de lo que pasa en la sede del Poder Ejecutivo, a través de los despachos que hacen los abnegados reporteros desde los exteriores de la Casa de Pizarro, con los datos que a duras penas logran obtener en medio de un hermetismo oficial pocas veces visto en el país.

Es urgente que el mandatario convoque a los mejores cuadros para su gabinete. Ya se dio cuenta que no es posible poner a los recomendados de Cerrón y a uno que otro improvisado o con antecedentes de terror, y esperar que la gente y la oposición, que es mayoría, acepten callados. Que recuerde que ha ganado con el 50 por ciento más un puñado de votos, y que eso no es un cheque en blanco, sino un llamado a gobernar mirando alrededor y pensando bien antes de dar cualquier paso.

TAGS RELACIONADOS