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En marzo y abril, antes de que comience la campaña electoral para los comicios municipales y regionales, en diferentes localidades del sur en paredes de viviendas y muros aparecieron pintas promocionando candidaturas de ciertos ciudadanos. Sin embargo, con el paso de los días estas propagandas populares fueron borradas por otros aspirantes a cargos públicos. Así empezó la guerra sucia y se extendió -como era de esperarse- a las redes sociales, donde predominan manifestaciones de odio, con insultos y agresiones verbales, dejando de lado la exposición de propuestas de planes coherentes y técnicos que se apliquen en caso de que los postulantes alcancen la victoria.

En el asunto de las pintas, los enfrentamientos llegan a la violencia que todos rechazamos en sus diversas modalidades.

La semana que pasó, el Jurado Nacional de Elecciones (JNE), a través de los jurados especiales de cada provincia, promovió la suscripción del Pacto Ético entre las personas que postulan a diferentes cargos públicos.

Algunos, buscando protagonismo, hicieron verdaderos shows y otros de manera reservada estamparon su firma en dicho documento, que esperamos cumplan, en especial en el tema del mutuo respeto entre los candidatos y así los insultos se dejen de lado.

Las agresiones son de salvajes y se supone que quienes nos gobernarán en los próximos cuatro años son personas capacitadas para ser autoridades, y con su ejemplo conseguirán el respaldo y confianza de la ciudadanía, que espera una buena gestión y alejada de la corrupción.

Evitemos los excesos en esta campaña electoral, que a nada bueno nos llevan.