En la costa norte no se usa mucho el cuy, más populares son las gallinas, por lo que cuando se trata de curar del susto a alguien se dice que hay que pasarle el huevo en vez del cuy. Sin embargo, este gobierno se identifica más con ese roedor tan apetecido por su nutritiva carne que pasar el cuy a un cuy no parece funcionar. 

Es que este gobierno está con susto. Así como van las cosas, a este ritmo y estas velocidades, el próximo periodo lluvioso nos encontrará peor de lo que estábamos antes de El Niño costero. Ni siquiera los paliativos, aquellos que se han planteado para devolver algo de transitabilidad a las calles, techo provisional a los inundados por los desbordes del río, se han materializado. 

El gobierno continúa asustado, se sigue abriendo otros frentes, el Congreso se encarga de distraerlo también, mientras a los gobernados de esta parte del país nos tiene sin cuidado lo que hayan hablado y grabado el ministro de Economía con el Contralor si antes la amenaza del río no desaparece. 

A veces uno tiene la impresión de que están esperando que la gente se acostumbre a vivir en unas ciudades en estado ruinoso. Los ciudadanos se organizan para no quedarse cruzados de brazos y resistirse a la impotencia, pero esos esfuerzos son apenas iniciativas vecinales, nunca suplirán las obras de la envergadura que se necesitan para que el impacto de lluvias y desbordes de un próximo FEN no vuelva a hacer daño a la infraestructura y la salud de los habitantes. 

Si al gobierno central le preocupara las cifras de la economía y fuera consciente de las consecuencias del daño en la infraestructura de riego y de transporte sobre la producción agroindustrial, no estaría reaccionando como lo está haciendo. Necesitamos curarlo del susto para que enfrente problemas reales como los del norte destruido, no como el acoso a sus ministros por una mayoría parlamentaria, que ya está claro cuáles son sus prioridades.