Mientras las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) mantuvieran en su poder las armas con las que combatieron al Estado colombiano por más de cincuenta años, llegando a fracturar al país, nunca jamás podría hablarse de una paz real, aun cuando se haya firmado el acuerdo al final de 2016. 

Las FARC ayer lo han concluido cabalmente y por tanto técnicamente han hecho honor al principio del derecho internacional denominado “Pacta Sunt Servanda”, es decir, han cumplido con su palabra comprometida en el texto del acuerdo de paz, cuya intención se pudo apreciar desde el instante en que decidieron negociar la paz con el gobierno del presidente Juan Manuel Santos. 

Los guerrilleros sabían que el paso dado los pondría en una evidente situación de vulnerabilidad, porque sin armas, ante la eventualidad de aparecer un súbito desacuerdo sustantivo posterior a la firma de la paz, cualquier posibilidad para activar nuevamente una fase conflictual en el país sería para ellos bastante complejo. Lo que sigue, entonces, es que el Estado colombiano cumpla estricto sensu su parte y no bastará que solamente lo diga. La confianza es parte del éxito del proceso de paz en construcción. Las sensibilidades al interior del país son la regla; incluso un sector de la oposición política, que encabeza el expresidente Álvaro Uribe, mantiene su incredulidad sobre el éxito del acuerdo. Una buena parte del esfuerzo del gobierno de Santos será crear los espacios para que los excombatientes de las FARC cuenten con los medios y las condiciones para su reinserción en la vida política del país, y ello pasará necesariamente por contar con posibilidades concretas que deberán darse para que puedan realizar sus proyectos de vida. Finalmente, el proceso de la dejación de armas fue responsabilidad de las Naciones Unidas, y eso estuvo muy bien. La ONU, desde que fue creada en 1945, luego de la Segunda Guerra Mundial, tiene por objetivo central el mantenimiento de la paz planetaria. Las FARC y la ONU hicieron su parte. Ahora -repito- toca al gobierno colombiano.