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Consciente de las dificultades por las que está atravesando la Iglesia, el papa Francisco ha pedido que este mes de octubre los católicos recemos todos los días a la Virgen María y al arcángel San Miguel para que nos protejan de los engaños del demonio, que siempre busca separarnos de Dios y dividirnos entre nosotros. Desea también el Papa que, con la ayuda de la oración, seamos más conscientes de las faltas, errores y abusos cometidos por miembros de la Iglesia y nos comprometamos a luchar sin titubeos para que el mal no prevalezca. Con esa finalidad, en Arequipa he convocado a una Jornada de Ayuno y Oración, a realizarse el viernes 26 de octubre. Invito a todos los fieles católicos a unirse a esta iniciativa, participando, dentro de sus posibilidades, en alguno de los encuentros que se llevarán a cabo en las parroquias de nuestra arquidiócesis.

Son tiempos difíciles para la Iglesia, pero nos sostiene la promesa de Jesús de que las puertas del infierno no prevalecerán sobre ella. Jesucristo ha fundado su Iglesia para la salvación del mundo, que está herido y sufre por falta de amor. El mundo necesita ver el evangelio encarnado en personas y comunidades concretas que le hagan presente el amor misericordioso de Dios manifestado en Jesucristo muerto y resucitado. Esa es nuestra misión, y para cumplirla fielmente necesitamos convertirnos a Dios y dejarnos purificar por Él. Ello requiere que los cristianos aceptemos nuestra realidad de pecado, nos arrepintamos del mal que cada uno de nosotros pueda haber cometido o estar cometiendo y, con el corazón contrito y humillado, imploremos a Dios que suscite en nosotros el deseo de ser santos, nos libre de las seducciones del maligno y nos dé el discernimiento necesario para conocer su voluntad y la fortaleza para seguirla.