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Más de 50 años, la quebrada del kilómetro 48 en la variante de Uchumayo estuvo seca en Arequipa. Esporádicas precipitaciones caían en la zona y la presencia de agua era casi nula, empero la tarde del 26 de enero del 2017 una inusual lluvia se registró y en minutos provocó un huaico que destruyó a su paso la Panamericana Sur en casi un kilómetro, sepultó varios vehículos y ocasionó la muerte de tres personas.

La furia de la naturaleza, que se desató en esta parte de la región de Arequipa, fue una advertencia de que las quebradas existentes en la agreste geografía de la jurisdicción en cualquier momento se activan y por ese territorio discurrirá agua como en alguna oportunidad ocurrió.

El último fin de semana en Arequipa se presentaron lluvias focalizadas en algunas zonas y provocaron la caída de huaicos, en otros casos llamado ingreso de torrenteras que siempre reclaman su cauce.

Según Defensa Civil, cinco son las quebradas o torrenteras que cruzan la Ciudad Blanca, donde el riesgo es altamente peligroso y de ahí que recomienda que las mismas tengan el cauce limpio y no se construyan viviendas cerca a ellas.

En algunas, el ancho de cada quebrada fue reducido de manera temeraria, decisión promovida por autoridades municipales que sin medir peligros hicieron obras y que cada vez que hay ingreso de agua y lodo, todo queda destruido. Situación que se repite año tras año y no pasa nada.

Sorprende que pese a existir la normativa correspondiente, no se denuncia de manera ejemplar a quienes irresponsablemente de modo directo o indirecto promueven la ocupación de estos cauces, como alcaldes, regidores, funcionarios e invasores.