Es de esperarse que próximamente los peruanos recibamos la reconfortante noticia de Sergio Tarache Parra, el venezolano capturado en las últimas horas en Colombia por el crimen de una joven peruana que fue su pareja, a la cual echó gasolina y prendió fuego cerca de la Plaza Dos de Mayo, en el Centro de Lima, fue castigado por el Poder Judicial con cadena perpetua por el horrendo asesinato que cometió antes de huir del Perú como un cobarde, quizá con la intención de llegar a su país.

No cabe otra sanción para este sujeto, como tampoco cabe una pena menos drástica para los engendros de nombre Dino Álvarez Limahuay y Renato Quispe Ramos, quienes violaron y torturaron a su compañera de trabajo, una enfermera y madre de tres niños que prestaba servicios en un hospital de EsSalud en Juliaca, Puno, la cual falleció ayer por la mañana en Lima, ciudad a la que fue trasladada para tratar de salvar su vida. Días atrás tuvieron que amputarle una pierna.

Estos tres salvajes merecen que los jueces y fiscales de este país demuestren no están pintados en la pared y que son capaces de administrar justicia como debe ser, más allá de legalismos, papelucheos o maniobras de abogados mañosos. El venezolano Tarache y los peruanos Álvarez y Quispe son unos monstruos que no deberían ver la luz de la calle nunca más. Bastante suerte tienen con que en el país no haya pena de muerte para esta clase de criminales.

Además, quizá la aplicación de la merecida cadena perpetua para estos asesinos y violadores reconforte en algo a los familiares de las dos mujeres asesinadas de la manera más salvaje que se pueda concebir. Nadie les va a devolver a sus seres queridos, pero algún resquicio de paz podrían encontrar sabiendo que estos criminales solo saldrán de la cárcel para ir directo al cementerio. Más bien, es una lástima que el Estado tenga que alimentarlos y mantenerlos vivos con dinero de todos los peruanos, sin que lo merezcan.

Sin embargo, más allá de lo que pueda hacer la ley penal contra estos tres monstruos ya tras las rejas, como sociedad hay una tarea pendiente para evitar que este tipo de crímenes contra mujeres de todas las edades y condiciones. Sin duda estamos fallando. Los feminicidios y las violaciones no pueden seguir siendo una constante en Lima y especialmente en provincias. El Estado y los peruanos de a pie tenemos que dar la batalla desde todos los flancos.

Tarache y los peruanos Álvarez y Quispe son unos monstruos que no deberían ver la luz


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