No tengo la menor duda que las bancadas y posturas de derecha, la izquierda y el centro, salvo honrosas excepciones, se han unido en el Congreso para incrementar la sanción penal por el delito de difamación y dejar el camino libre para que periodistas y comunicadores terminen en Piedras Gordas, Lurigancho o Castro Castro, con la finalidad de amedrentar a la prensa y neutralizar futuras publicaciones que pongan en evidencia las andanzas de nuestros otorongos.
La norma aprobada en primera votación con 69 votos a favor, es sin duda una ley mordaza, por lo que pierden no solo los periodistas que podríamos acabar con prisión efectiva, sino los ciudadanos que verán limitado su acceso a la información y a ver destapes de, por ejemplo, lo que sucede en este Congreso infectado de “mochasueldos”, filoterroristas, maltratadores de mujeres, borrachines, violadores, plagiadores y angurrientos que se dan la buena vida saboreando ricos y suculentos buffet pagados por los ciudadanos.
De los grupos de izquierda no se podía esperar otra cosa. Total, fueron elegidos bajo el ideario de Perú Libre, que proponía una tiranía eterna como la de Cuba, Venezuela y Nicaragua, sin las libertades más elementales. Sin embargo, en el llamado “bloque democrático” varios se han quitada la careta al dar herramientas a los jueces para que encierren a periodistas por un delito contra el honor, que en gran parte del mundo se ha despenalizado y ha sido llevado al ámbito civil.
Sobre este caso, el presidente del Poder Judicial, Javier Arévalo, ha tratado de minimizar el hecho. Parece que este caballero no conoce a sus jueces, que se quejan de tener mucha carga procesal, pero al mismo tiempo son capaces de abrir juicios a periodistas hasta por publicar datos que han sido entregados erróneamente por una entidad oficial del Estado, algo en lo que a todas luces no hay un ánimo de difamar y que tranquilamente podría solucionarse con la publicación de una aclaración.
Ayer domingo, en la portada de Correo Lima hemos publicado los rostros de los 69 congresistas que quieren ver presos a los periodistas. No los olvidemos jamás. Han demostrado que así como para mochar el sueldo de los trabajadores no hay diferencias ideológicas, tampoco las hay si de acallar a los medios se trata. Como pocas veces, todos se han unido para poder hacer lo que les dé la gana y tener a los periodistas bajo amenaza. Como si eso nos fuera a amedrentar.
La norma aprobada en primera votación con 69 votos a favor, es sin duda una ley mordaza