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El presidente Martín Vizcarra corría sin mayores sobresaltos en el Ejecutivo, aplaudido por una buena parte del país que destacaba su decisión de haber pechado al Congreso de mayoría keikista, pero de pronto tiene que enfrentar tremendas piedras en el camino y la expectativa es grande por conocer cómo maneja esta situación y qué rol protagónico cumple el premier Salvador del Solar.

Y cuando hablamos de piedras nos referimos ciertamente a las que bloquean desde hace 50 días y pico la salida del cobre que explota la mina Las Bambas, pero también a las que él se puso delante y que lo han llevado a perder varios puntos de aceptación (cayó 12 solo en un mes y ahora lo aprueba el 44% de los peruanos, según la última encuesta nacional del IEP).

En el primer tema, la bala de plata para que los comuneros limpien la vía y entiendan el daño que le están haciendo al Perú sigue siendo el diálogo y, como la piedra creció por la desidia del Gobierno, ahora tendrá que atender las demandas bajo otra estrategia, sin que eso implique la pérdida del principio de autoridad, que es inherente para resolver un conflicto social.

Sin partido y sin operadores políticos de peso, Vizcarra aún tiene como aliado a un porcentaje nada despreciable del pueblo al que no debe defraudar más. El diagnóstico es claro: mano dura contra la corrupción, guerra a la inseguridad -que ya tiene del cuello a la patria entera-, más cercanía con las necesidades comunes y reactivación de la economía.

Ya lo dijo Miguel de Cervantes: “Advierte que es desatino/ siendo de vidrio el tejado/ tomar piedras en la mano/ para tirar al vecino.