Lo que está sucediendo en Piura se veía venir de lejos, así en pequeñito, hasta acercarse con otras dimensiones. Dejar de lado a la sociedad civil en el plan de la reconstrucción con cambios no era una buena idea y ha propiciado un resquebrajamiento de las cordiales relaciones con sus autoridades, en especial con el ministro de Agricultura, José Hernández, dicho sea de paso, también piurano.

No permitirle la participación a la ciudadanía de lo que pretende hacer el Gobierno Central para darle seguridad a esta misma, es un poco torpe, por decir lo menos. Es como querer construirle la casa a una familia sin saber cuántos van a habitar en la misma.

Así ha ocurrido con las futuras obras de descolmatación del río Piura, una inversión de 232 millones de soles a cargo del Ministerio de Agricultura. La sociedad civil, representada por el Colegio de Ingenieros, la Universidad de Piura y la Universidad Nacional de Piura, respaldada por la Cámara de Comercio, propuso un cambio técnico y no ha sido escuchada.

En su visita a Piura, la primera ministra Mercedes Aráoz ha dicho a esta misma sociedad civil: “Sorry con excuse me, darlings, pero las obras las hace el gobierno, ustedes vean y aprendan. ¡Habrase visto, caracho!”. Una no muy cortés respuesta a la alerta sobre una futura inundación en Piura que enviaron los buenos ciudadanos.

La cuerda de la cordialidad no se habría roto si es que el ministro de Agricultura, José Hernández, hubiera escuchado a esta sociedad civil que, por su experiencia y por ser la dueña de la casa que le quieren construir, algo tenía que aportar para evitar más desgracias. Hoy, tengan o no razón ambas partes, el resultado final irá en perjuicio de la población.