Ayer por la mañana, apenas iniciado el operativo del Ministerio Público con el apoyo de la Policía Nacional para allanar viviendas y oficinas de presuntos implicados en la banda de delincuentes y saqueadores del Estado que según la Fiscalía de la Nación encabezaría el propio presidente en funciones Pedro Castillo, comenzaron las poses de víctima de quienes están embarrados hasta el cuello y saben que se acerca el momento en que tendrán que rendir cuentas ante la justicia.
Primero fue el supuesto cabecilla, el jefe de Estado, quien lanzó un tuit afirmando que habían allanado la casa de su hermana donde se encontraba su madre enferma, y que hacía responsable a la Fiscalía de la Nación por lo que pueda sucederle a la señora. ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra? ¿Por qué meter a su mamá en un lío que ha sido generado por él mismo? Esta ha sido la pose de víctima más baja que he visto en el profesor, quien casi a diario trata de seguir vendiendo su imagen de campesino humilde y pobrecito.
No olvidemos que en la campaña electoral el hoy presidente puso a su hija a llorar frente a las cámaras y que desde que asumió el cargo no ha hecho más que mostrarse como una “pobre víctima” de los “poderosos”, “los ricos”, “la derecha” y los medios de comunicación valiéndose de escuderos como Alejandro Salas, quien en una de sus ya conocidas pasadas de franela, quizá la más “célebre”, dijo que el mandatario era “un hijo de la adversidad, del hambre, del dolor y del sufrimiento”. Sobra cualquier comentario.
Pero no ha sido el único. También hemos visto queriendo dar pena al congresista de Acción Popular Elvis Vergara, uno de esos legisladores conocidos con el alias de “Los Niños”, a quien ayer le han allanado casa y oficina. Ha dicho que evalúa pedir asilo político ante los “excesos” del Ministerio Público. Este personaje y otros cinco del partido de la lampa son sindicados por votar a favor del gobierno a cambio de beneficiarse con el direccionamiento de obras y colocar gente de su entorno en cargos claves.
El mar de información conocido ayer es lapidario. Hasta apagaban cámaras y echaban celulares al mar para tapar evidencias. Ahora se entiende por qué la desesperación de los abogados del congresista oficialista Guillermo Bermejo, quien afronta un proceso por terrorismo, por empapelar a más no poder a la fiscal de la Nación, Patricia Benavides, quien parece tener un caso muy sólido de corrupción en contra del profesor y compañía, quienes según los indicios, llegaron a poder para levantarse todo lo que esté a su alcance.