El presidente Pedro Castillo estuvo ayer en el Congreso a su solicitud, y tras su exposición en la que no dijo nada relevante, queda claro que el objetivo de acudir a la sede del Poder Legislativo era torpedear la votación de la moción de vacancia por incapacidad moral que se vio un día antes y que finalmente fue aprobada con 76 votos, muchos más de lo que esperaban quienes plantean que el profesor sea echado por sus limitaciones para ejercer el cargo y sus nexos con la corrupción.

Pudo ser más enfático en los temas de corrupción que podrían costarle el cargo, pero apenas hizo un deslinde, habló generalidades y se llenó la boca diciendo que la justicia debería alcanzar a los responsables de actos delictivos. Sin embargo, el presidente Castillo miró para arriba y se fue silbando al no admitir que quien ha puesto a toda esa manga de impresentables y bribones en el entorno del poder, ha sido el propio jefe de Estado que ahora por poco nos dice que no conoce a esa gente.

En su exposición de ayer ante el Congreso, el mandatario ha aprovechado para victimizarse. Incluso se ha quejado que lo tilden de comunista, estatista y expropiador. Parece que no recuerda el nefasto ideario del partido que lo llevó al poder y que el motor de su campaña fue el cambio de una Constitución como la actual, que defiende la economía social que ahora el presidente ha hecho suya. Queda claro que el profesor ni siquiera ha leído la Carta Magna de 1993.

Durante su discurso, el mandatario le ha mentido al país al afirmar que nunca ofreció una salida soberana al mar a la Bolivia dominada por Evo Morales, cuando la entrevista que dio a CNN ha sido muy clara. Un poco más y nos dice que nunca dijo lo que todo el mundo escuchó. Quizá eso se lo crean “Los niños” de Acción Popular y sus socios de Alianza para el Progreso (APP), Somos Perú, Podemos y el Partido Morado, pero nadie más.

Lo que quiso ser una movida “audaz” para jalarle la alfombra a la vacancia, ha sido un disparo con pólvora mojada. Lo cierto es que nada ha cambiado con miras al 28 de marzo, en que el mandatario tendrá que demostrar que sus ministros son los mejores, que no hay corrupción en Sarratea, que Pacheco y Zamir Villaverde son unos angelitos, que Karelim López no hacía ganar por lo bajo a las empresas que representaba y que los sobrinos ganan su plata trabajando honestamente. Difícil, ¿no?