Popularidad: algo imposible por Jorge Esteves (OPINIÓN)

Actualizado el 18/05/2022, 08:13 a. m.

“Señor gobernador, permítanos, o en todo caso, denos una mano para que al terminar este evento tengamos inmediatamente el contacto con estas familias que han sido víctimas en esta lucha para que nosotros como Estado asumamos esta responsabilidad”, anunció el presidente Pedro Castillo en el Consejo de Ministros Descentralizado realizado en Huancayo a inicios de abril, luego de masivas protestas contra el Gobierno que dejó cuatro muertos y dos jóvenes heridos (cada uno perdió un ojo), a los cuales prometió ayudar.

“El presidente Castillo llegó a Huancayo, le dimos nuestro número, le pedimos ayuda y hasta ahora nadie nos ha llamado”, reveló poco después un familiar de Erwin Romero, quien fue impactado con una bomba lacrimógena en el rostro.

“Necesitamos apoyo para su tratamiento y no recibimos nada”, añadió Rosa Yaranga, madre de Frayan Toribio, el otro herido en las manifestaciones de Huancayo.

Es evidente que las promesas del presidente Castillo forman parte de una retórica que se degrada con la realidad. Todas son buenas intenciones para un futuro mejor, como si su único objetivo (y el de su gabinete) sea recorrer el país para hacer proselitismo. Cada Consejo de Ministros Descentralizado es la oportunidad de lograr lo imposible: obtener popularidad.

Castillo y su premier se saben ineptos e incompetentes para resolver los grandes problemas del país, y cuando no apelan a la demagogia y la victimización, apuestan por la la confrontación. Más de una vez lanzan discursos cargados de agresividad que les generan más problemas de los que ya tienen.

A propósito, la presidenta del Congreso, María del Carmen Alva, ha dicho que en los Consejos de Ministros en el interior del país solo promocionan la Asamblea Constituyente y se dedican a “hablar mal del Congreso”. Es evidente que la queja aflore en la señora como una explosión de impotencia. Es que su falta de liderazgo es evidente. Por ello, poco puede hacer para concretar en el Parlamento una acción que resuelva la crisis política. Y peor, con congresistas que muestran sin vergüenza que sus privilegios e intereses personales son la prioridad.