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El tema económico está en el centro de las preocupaciones. La recesión es un fantasma para un Gobierno que piensa solo en incrementar su popularidad, mientras el 85% de peruanos teme por su vida debido a la delincuencia urbana. El Presidente se equivoca cuando identifica subida en las encuestas con confianza y buen gobierno, sin sintonizar con las preocupaciones ni abordar los problemas de fondo que hoy afligen a las mayorías, empezando por el desempleo. Es el momento de salir de la parálisis económica y atender las urgencias en seguridad, reconstrucción, fomento a la inversión, etc. Lo peor sería continuar con la amenaza de cierre del Congreso en pro de una reforma política que puede ser importante pero no la solución inmediata para ninguno de los problemas. Más aún, el precio de dicho cierre sería incrementar la inestabilidad política y jurídica, que a su vez ahuyenta la inversión.

La coyuntura requiere estabilidad política para retornar al crecimiento sostenido. Bien por la reunión de las cabezas del Ejecutivo y deel Legislativo, Martín Vizcarra y Daniel Salaverry. Una agenda única sería volver a la serenidad, al diálogo y al buen juicio. Que dejemos de ver lejanos los tiempos del segundo gobierno de Alan García, cuando crecimos al 9%, prueba de que sí podemos mientras haya un timón hábil en el gobierno y en la economía.

No hay indicador mejor que el crecimiento para medir la capacidad del gobernante, ni más saludable para inyectar confianza en el futuro próximo. Las encuestas son fotos del momento, estados de ánimo que se lleva el viento. Las señales de un país en plena incertidumbre las ha observado muy bien una lideresa notable como Beatriz Merino, quien con claridad ha denunciado la negatividad de las confrontaciones y pugnas inútiles que dejan de lado el respeto a las formas democráticas. Ojos para ver.

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