El Congreso elegido en enero último ha cerrado el año de la misma forma en que ha trabajado desde que empezó su corta existencia: aprobando leyes populistas y sin mayor sustento técnico que tarde o temprano pasarán factura a quienes supuestamente se busca beneficiar. Es el sello de este parlamento que surgió por idea de Martín Vizcarra, supuestamente para ser mejor que el anterior que tenía mayoría fujimorista.

El martes fue la ley agraria, que ha dispuesto el incremento de las remuneraciones de los trabajadores del sector agroexportador, sin tomar en cuenta que no todos los productores podrán pagar los nuevos montos fijados sin mayor estudio. Esto, a la larga, solo hará que haya menos empresas y menos puestos de trabajo. ¿Quién responderá por esto? ¿El congresista Lenin Bazán, del Frente Amplio, se hará responsable?

Y como para cerrar el 2020, ayer dieron luz verde a una norma que pone topes a las tasas de intereses. Suena bien. De hecho, nadie quiere excesos ni abusos. Pero los entendidos del Ministerio de Economía y Finanzas, el Banco Central de Reserva y la Superintendencia de Banca y Seguros sostienen con toda claridad que esto es un disparo a los pies que solo favorece a los prestamistas informales y usureros. Un asunto tan técnico y crítico, debió ser sometido a un mayor análisis.

Lamentablemente, una vez que estas normas irresponsables y populistas estallen en la cara a los trabajadores agrarios y a los más pobres que necesiten un préstamo de dinero en efectivo, los autores de estas iniciativas aprobadas en las últimas horas ya habrán pasado al olvido y no habrá a quién reclamar. Todo por un poco de aplauso y unos cuantos votos para sus agrupaciones políticas. Así ha actuado este Congreso de espanto.

Pero más allá de estas dos normas aprobadas en las últimas horas, hay otras similares como las del retiro de dinero de la ONP y de las AFP, la anulación del cobro de peajes pese a los contratos vigentes, la legalización de los taxis-colectivos, el nombramiento automático de médicos del sector público y el paso a la planilla del Estado de los trabajadores del régimen CAS, todo esto sin mayor sustento técnico y sólo para el aplauso y los votos. Irresponsabilidad total.