Un informe publicado ayer por El Comercio da cuenta que al menos el 30% de los congresistas que integraron en fugaz Poder Legislativo del periodo 2020-2021, participarán en las próximas elecciones regionales y municipales para tratar de ser gobernadores o alcaldes, lo que en cierta forma es la explicación a tanto populismo parlamentario que se expresa en propuestas y leyes que buscan el aplauso y más tarde el voto.

Si bien no existe la reelección de los congresistas, lo cual fue un despropósito que lleva la firma de Martín Vizcarra, muchos de los que ocupan un escaño sueñan con dejar el Legislativo y postular a cargos en sus localidades de origen, no sin antes mover cielo y tierra para ser bien recordados en sus regiones, sin importar las consecuencias que eso tenga para el país y los propios ciudadanos. Ante esto, los electores deben estar muy atentos.

Quizá en este afán por ser gobernadores y alcaldes, esté la explicación a dar luz verde a los retiros indiscriminados de los ahorros de las AFP y de la CTS, e incluso a cometer el absurdo de promover que el sistema público de pensiones dé plata a sus afiliados. A lo mejor también esté la razón de la exoneración del pago de peajes a vehículos de carga y la legalización de los nefastos taxis colectivos que todos los días causan muertos y heridos. Todo esto lo vimos en el breve Congreso anterior.

En el Congreso actual, la cosa no ha cambiado mucho. Hoy vemos nuevamente que se trata de perforar al sistema privado de pensiones y que se ha aprobado que se pague más a los que aportaron al FONAVI. Veremos si se atreven a dar luz verde a la anulación de papeletas de tránsito que fueron impuestas a malos conductores, incluso a los informales, durante la emergencia sanitaria por la llegada del COVID-19. ¿Qué más viene? ¿Control de precios? ¿Aprobar el Código del Trabajo de Betssy Chávez?

Muchos congresistas actúan con ignorancia e irresponsabilidad, pero también pensando en los votitos que puedan ganar en las regionales y municipales. No creo que sean todos los casos, pero de hecho los hay. No hay otra explicación al hecho de andar promoviendo normas que no resisten el menor análisis ni siquiera técnico, sino de sentido común. Queda a los ciudadanos ver quién es quién, para que como tantas otras veces, no nos den gato por liebre.

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