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Un día como hoy, hace 229 años, se produjo la histórica Toma de la Bastilla, un recinto carcelario medieval parisino que simbolizaba el antiguo régimen imperante. Dicha toma es considerada el estallido de la Revolución Francesa (RF), el acontecimiento más extraordinario que le haya sucedido a la humanidad durante el siglo XVIII y que, por su trascendencia, en forma unánime los teóricos de la historia universal la han considerado el final de la Edad Moderna y el inicio de la Contemporánea. La ebullición de un pensamiento contestatario finalmente ganó trecho a un largo statu quo injusto y arbitrario que imponía los caprichos del monarca, acostumbrado a decidir el destino de los súbditos bajo el amparo del derecho divino que los hizo seres completamente absolutistas y despóticos. De allí que la RF cambió los paradigmas de la sociedad internacional, tirándose abajo y para siempre la idea cundida en toda Francia de “El Estado Soy Yo”, atribuida a Luis XIV.

A partir de la Revolución cada hombre se convirtió en el centro de su existencia donde la responsabilidad de su destino, entonces, era de su exclusiva competencia. Había emergido el derecho natural (Iusnaturalismo), que era inherente a cada ser humano y que tanto promovieron los pensadores de la Ilustración como Voltaire, Rousseau y Montesquieu e enciclopedistas como Diderot y D’Alembert, convirtiéndose en la génesis de la proclamación de los derechos individuales, al universalizar la tesis de que todos los hombres somos iguales por naturaleza y que la ley se convertía en ese instante en la mejor garantía de ese derecho inherente a cada hombre, siendo incluso estos derechos superiores y anteriores a la propia ley positiva. Muchos murieron guillotinados por la revolución como Luis XVI, su esposa María Antonieta y hasta el propio Maximilien Robespierre durante el denominado “Gobierno del Terror”. En consecuencia, el máximo legado de aquel histórico 14 de julio de 1789 fue lograr trasladar la soberanía que detentaba el monarca hacia el pueblo, que es el ÚNICO que decide y legitima voluntariamente y por mayoría la vida social organizada.

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