Se equivoca Evo Morales, presidente de Bolivia que está en su último año de gobierno, cuando afirma que la reciente participación de Estados Unidos para que prospere el diálogo entre el gobierno de Nicolás Maduro y la oposición de venezolana refleja un acto de rendición del gobierno estadounidense a las pretensiones del régimen chavista. La verdad es que Washington, que es el hemegón del mundo, controla todo. Más bien parece que la reacción pública de Maduro agradeciendo a Donald Trump por la gestión de la diplomacia de la Casa Blanca se debe al resultado de una visión objetiva sobre lo que está sucediendo en el país. Trump sabe que Maduro no es santo de su devoción, pero es consciente del rol que corresponde a su país para contribuir decididamente en el mantenimiento de la paz. Para Estados Unidos nada es imposible, por ello lidera el mundo y precisamente por ese motivo es que manda una señal a Maduro. No se trata de leer el proceso en el sentido de que la religiosa compra de petróleo por parte de EE.UU. a Caracas coloca en una relación de dependencia a Washington. Nada de eso. Este poderoso país ya debe haber tomado sus contingencias, pero lo más notable que debemos asumir como lectura correcta es que Trump está mirando la conveniencia de fondo para su país. La febril idea de que EE.UU. iba a invadir Venezuela no solo era descabellada, sino que ni siquiera Washington seriamente la daba como válida. En el caso extremis en que la seguridad colectiva estuviera en riesgo (Ruanda 1994 o Haití 2010), Estados Unidos hubiera podido valerse de su estratégica alianza con Colombia (Plan Colombia) para actuar en un santiamén conforme a las reglas del derecho internacional o, si prefiriera, hacerlo al margen. El mensaje, entonces, es que Washington quiere que el asunto de Venezuela sea superado cuanto antes. Maduro debe estar preocupado porque EE.UU., como ningún otro Estado, da una puntada sin hilo y en las relaciones internacionales los intereses siempre están por encima de cualquier cosa, porque el poder es lo que está en juego. Caracas lo sabe de memoria.