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Estamos en tiempos de vacaciones escolares en que suele hablarse poco de los serios problemas de infraestructura educativa que presentan las escuelas públicas en todo el país, incluyendo Lima. Es de esperarse que de forma silenciosa se venga trabajando y que en pocas semanas, cuando empiecen las clases, no tengamos que ver las lamentables escenas de planteles donde no funcionan ni los baños, mientras en algunos casos las aulas no cuentan con techos ni ventanas.

Hace poco hemos visto al presidente Pedro Pablo Kuczynski mostrando obras para la realización de los próximos Juegos Panamericanos en Lima, lo cual está muy bien. Sin embargo, si existen recursos para ese evento deportivo, se supone que también los hay para mejorar las condiciones en que estudian miles de niños y jóvenes que van a colegios estatales.

En la tarea de mejorar la infraestructura escolar también cumplen un rol fundamental los gobiernos regionales, que en muchos casos cuentan con los recursos, pero enfrentan serios problemas para la ejecución del gasto. Estas trabas no pueden afectar a los colegiales más pobres del país que acuden a planteles públicos, a diferencia de otros menores cuyos padres pueden pagar por formación privada.

Al inaugurar su gobierno en julio del 2016, el jefe de Estado se comprometió a dotar al país de una educación pública de calidad, y eso es lo que se espera para el año del Bicentenario. Un gran paso, aunque solo uno, se dará con la mejora de las condiciones físicas de los colegios, que por décadas han mostrado el abandono en que se ha sumido la formación básica de los futuros ciudadanos del Perú.