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Para esos políticos que cada cierto tiempo apelan a la demagogia y la búsqueda del aplauso fácil para pedir la pena de muerte para violadores y asesinos, ahí tienen a los jueces que acaban de absolver a Adriano Pozo, el brutal agresor de la joven Arlette Contreras. ¿En magistrados como los de este caso se puede confiar en que darán una sentencia que llevaría a quitarle la vida a una persona por más miserable e indeseable que sea?

Para pensar en aplicar la pena de muerte en el Perú, esa que tanto se ha reclamado tras el crimen de la niña Jimena de San Juan de Lurigancho, lo primero que habría que hacer es refundar ese Poder Judicial que no solo libera a sujetos como Pozo, sino también a delincuentes de amplio prontuario como los que vemos cometiendo delitos al amparo de los beneficios carcelarios o benevolentes arrestos domiciliarios.

El día que tengamos un sistema judicial con magistrados que den fallos basados realmente en el derecho y confiables, recién comencemos a pedir la pena de muerte en el Perú. ¿O es que algún político va a asumir las metidas de pata de estos caballeros una vez que manden al paredón a un inocente? Si no han sido capaces de condenar a Pozo pese al video en que aparece agrediendo salvajemente a Arlette, ¿qué podemos esperar de ellos?

Si nuestros políticos tanto quieren hacer para evitar violaciones, crímenes y agresiones contra las mujeres, antes de pedir pena de muerte deberían realizar esfuerzos desde sus posiciones para mejorar un sistema de justicia que es una vergüenza. Ahí está el caso de Pozo o, sin ir muy lejos, el del mausoleo senderista de Comas, que aún no logra ser demolido porque jueces y fiscales no se ponen de acuerdo e insisten en enredarse entre ellos.

El caso de Adriano Pozo ha desnudado una realidad que debe ser cambiada de una vez. Después no nos quejemos cuando la gente opte por sancionar con mano propia a los indeseables, harta de un sistema que no camina. Urge reformar el Poder Judicial, y los políticos y las autoridades tienen la palabra. Son muchos años de fallos indignantes y de espaldas a los peruanos. Necesitamos una justicia confiable y no la que tenemos en la actualidad.