Es de suponer que para que el anunciado diálogo entre el presidente Pedro Pablo Kuczynski y los docentes en huelga -aunque no se sabe qué facciones del Sutep irán a Palacio de Gobierno- el Poder Ejecutivo no tenga pensado acatar todos los pedidos de los profesores y allanarse ante sus reclamos, a fin de dar al país la sensación de que el Mandatario, y solo él, logró terminar con la paralización que ya hace peligrar el año escolar en varias zonas del país.

Y es que si bien los profesores en el Perú tienen derecho a ganar más y a trabajar en mejores condiciones, no se puede ceder fácilmente ante un gremio que, entre otras cosas, rechaza que sus miembros sean evaluados para asegurar que la educación pública sea de garantía. El Estado no tiene por qué pagar a profesores que no están en condiciones académicas de formar a los ciudadanos del Perú, por más que hagan huelgas y bloqueen pistas.

Si el Gobierno se quiere anotar un gol de media cancha al anunciarle al país que se levanta la huelga tras la intervención del presidente Kuczynski, se equivocaría si lo hace a costa de dejar de lado la necesaria evaluación de los docentes -que es el gran cuco del Sutep- o de abrir irresponsablemente la caja fiscal para pagarles lo que piden, por más que ya se les ha ofrecido un aumento para este fin de año que no estaba previsto. Además, en muchos casos han cobrado pese a la paralización.

De otro lado, haya o no acuerdo en los temas sindicales, no se pueden dejar de lado los delitos penales cometidos por los docentes que han tomado calles, intentado tomar aeropuertos como los del Cusco y Jauja, o hasta dañado la vía férrea a Machu Picchu. Es de suponer que por más reunión que haya en Palacio de Gobierno, el Ministerio Público tiene que actuar para aplicar la ley a estos manifestantes que hace tiempo cruzaron la línea.

El presidente Kuczynski está asumiendo un gran desafío al haber entrado en el diálogo con los docentes en huelga. No todo deben ser buenas intenciones por parte del Mandatario, sino hacer respetar al Estado y al Gobierno ante un sindicato que en muchos casos ha cruzado la línea en perjuicio principalmente de miles de niños y jóvenes que hace dos meses no van a clases. ¿Con esa clase de maestros queremos ser un país líder y competitivo?