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Si el presidente Pedro Pablo Kuczynski trató de calmar las aguas con su discurso del lunes 25 por la noche, pues el tiro le ha salido por la culata al haber señalado que el expresidente Alberto Fujimori cometió “errores”, “excesos” y “transgresiones”, en lugar de afirmar que el indultado exmandatario cometió “delitos” por los que fue condenado a prisión en 2009.

En política, los gestos y los términos importan mucho, y parece que el entorno más cercano del Mandatario no logra entenderlo como para guiar al gobernante por un camino que permita que las aguas se calmen y el país pueda seguir avanzando, tras la turbulencia generada por este indulto, que hace tiempo debió darse de otra manera y no a través de lo que parece ser un acuerdo bajo la mesa.

El país está en medio de una gran convulsión y bien haría el Mandatario en tomar las medidas necesarias para calmar las aguas. Una acción importante podría ser la formación de un gabinete post indulto, con gente de diversas tiendas políticas y con un premier en condiciones de generar consensos y cercanías con quienes hoy consideran al Mandatario un “traidor”.

Es el propio jefe de Estado el que ha dado pie a que se hable de un acuerdo bajo la mesa para librarse de la vacancia a cambio de liberar a Fujimori. Por eso el país está movido. No se podía esperar otra cosa. Queda al gobernante actuar con tino, dejar de dar palos de ciego en sus apariciones públicas y tratar de tender puentes hacia los sectores que le han dado la espaldas. ¿Podrá? Tiene que poder, para eso fue elegido.