Las lamentables declaraciones de la congresista fujimorista Martha Chávez respecto al nombramiento del expremier Vicente Zeballos como representante del Perú ante la Organización de Estados Americanos (OEA), con sede en Washington, han caído de perilla al presidente Martín Vizcarra para desviar la atención y pasar por agua tibia esa designación que jamás debió darse, pues no se puede premiar la ineficacia demostrada por el exjefe del gabinete ministerial.

Lo dicho por la legisladora Chávez está muy mal. Ayer las expresiones fueron retiradas. Sin embargo, lo sucedido no quita para nada que sea cuestionable el envió de Zeballos a Washington, cuando es uno de los más grandes responsables políticos de las cifras de espanto que muestra el Perú ante el mundo en cuando a muertos y contagiados por el COVID-19. Y ni qué decir del estado en que se encuentra nuestra economía. Para llorar.

Semanas atrás, cuando la designación del expremier Zeballos en la OEA era un secreto a voces en las redacciones de los medios de comunicación y las redes sociales, expresé en este espacio mi crítica a tal encargo diplomático a manera de “premio” por el desastre en que se encuentra el Perú en medio de la emergencia sanitaria. Las declaraciones del martes de la congresista Chávez, que el presidente Vizcarra más bien debería agradecer, no cambian un ápice lo sostenido.

La designación de “embajadores políticos” debería estar prohibida por una ley, para que las misiones diplomáticas queden exclusivamente en manos de funcionarios de carrera de nuestro Ministerio de Relaciones Exteriores.

Es verdad que hoy se permite nombrar al presidente a determinado número de representantes en el exterior. Sin embargo, estas personas deberían tener algo que aportar, y no venir de una gestión fracasada como la de Zeballos.

Si este Congreso quiere hacer algo bueno, que elimine de una buena vez la potestad presidencial de nombrar “embajadores políticos”. Los cargos diplomáticos aun en los lugares más alejados y poco “estratégicos”, no deberían servir de “premio” para los amigos, o como “compensación” a quienes se deben favores. Tenemos una Cancillería de primer nivel con profesionales muy bien capacitados que desde jóvenes se forman para hacer su trabajo. Ellos deberían ser nuestros únicos representantes.