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Poderosa imagen la que Confiep ha legado al país entero. Elegir, de cara al Bicentenario de la República, a la primera presidenta del gremio no es moco de pavo. Es una decisión importante e histórica. Una vez más, los empresarios del Perú se ponen a la vanguardia de la meritocracia y apuestan por una profesional emprendedora que conoce el mundo educativo y ha defendido la libertad de empresa frente a las pulsiones mercantilistas de la política.

Liderazgo es lo que necesita el Perú. Los empresarios no son el enemigo ni el problema, son parte de la solución. Esto debe comprenderse y asumirse como un axioma estatal. Ojalá el Perú hiciera suya la frase de Churchill: “Muchos miran al empresario como el lobo que hay que abatir, otros lo miran como la vaca que hay que ordeñar y muy pocos lo miran como el caballo que tira del carro”. En efecto, el empresariado peruano es una variable fundamental en la ecuación del desarrollo. Sin ellos es imposible despegar. El Perú debe tener una meta concreta: ser una potencia de emprendedores.

Por lo pronto, la Confiep ha apostado por un liderazgo decidido y firme. La nueva presidenta, en su discurso inaugural, le dio al señor Vizcarra una lección de trabajo en equipo y de eficacia. Mirándole fijamente a los ojos dijo, ante un auditorio repleto de emprendedores: ”Presidente, nosotros somos la orquesta y ustedes el director. Solo recordarle que, cuando uno quiere dirigir bien, a veces tiene que dar la espalda al auditorio y solamente voltear para recibir la ovación final”. Y tiene razón. La nueva presidenta se las trae. Dará mucho que hablar.