A 15 días de los luctuosos sucesos del sábado 14 de noviembre, en que dos jóvenes murieron en medio de la represión policial contra las miles de personas que salieron a manifestarse contra el breve gobierno de Manuel Merino, las cosas en el Ministerio del Interior y la Policía Nacional parecen ir de mal en peor con la salida de 17 generales para permitir en nombramiento del general César Cervantes Cárdenas como jefe máximo de la institución.
Si con los cambios hechos por el titular del sector, Rubén Vargas, se buscaba calmar las aguas e ir hacia adelante tras la crisis, se ve todo lo contrario. El lunes no solo renunció el subcomandante general, teniente general PNP Eduardo Garrido López, nombrado unos días atrás, sino que con el paso de los días se han ido alejando también otros generales retirados que ocupaban distintos cargos dentro del Ministerio del Interior.
El general Garrido López señaló que se iba por “razones personales”, mientras que los otros renunciantes han dicho que toman el mismo camino por estar en contra de la forma en que se han hecho los cambios en el comando policial, que hasta antes de la medida en cuestión estuvo a cargo del general Orlando Velasco Mujica, quien nada tuvo que ver con la represión por haberse encontrado, esos días trágicos, en recuperación tras ser contagiado de COVID-19.
La situación en la PNP es muy complicada. El intento de solución a la crisis se ha convertido en un problema, mientras la ciudadanía exige una institución fortalecida, eficiente, respetada y con una elevada moral a fin de estar en condiciones de afrontar grandes retos, como la lucha contra el delito y seguir en la primera línea de la lucha contra la pandemia que en los últimos meses se ha llevado la vida de 511 efectivos.
El domingo último el presidente Francisco Sagasti ha respaldado las decisiones tomadas por el ministro Vargas, pese a las masivas y sustentadas opiniones en contra. El sol no puede ser tapado con un dedo. La crisis y la tensión existen, y es necesario que el Poder Ejecutivo solucione este delicado problema que afecta seriamente a la policía y también al ciudadano de a pie que merece una institución policial a la altura de sus inmensas necesidades.