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Mientras los escándalos de corrupción siguen acaparando la atención, uno de los principales temas nacionales ha pasado a un segundo plano: la promoción de empleo digno y el aumento de la Remuneración Mínima Vital (RMV). Desde el 2003 la economía peruana ha crecido. Sin embargo, la RMV sigue siendo una de las más bajas de la región, estando por debajo de Chile, Argentina, Ecuador y hasta de Bolivia. Es, además, bastante menor que la canasta básica familiar, estimada hoy en 1500 soles. Se debe incrementar el salario mínimo y este no debería estar por debajo de la canasta básica. Esta medida beneficiaría a cerca de 900 mil personas, ya que existen cerca de 3.5 millones de trabajadores formales y el 24% percibe el sueldo mínimo. El FMI reconoce la importancia de la RMV para reducir la desigualdad. Incluso en países con gobiernos neoliberales -como Chile- existe una política para recuperar el poder adquisitivo de los salarios mínimos. Aumentar la RMV no es hacer populismo. No ajustarlo es darle gusto a un sector de empresarios que solo piensa en sus utilidades. Existe una campaña de miedo de grupos que buscan únicamente su propio beneficio y que no quieren que nada cambie. Ellos sostienen que si se aumenta la RMV, se produciría un cataclismo y un incremento exponencial de la informalidad. Eso no es cierto. Desde esta tribuna reto a los economistas y politólogos a debatir.