El sistema táctico no podría ser otro. Era un suicidio ir a Argentina, a la cancha de Boca, y jugarle con un planteamiento ofensivo a un equipo con tantas figuras. Había que adecuarse a las circunstancias. Aguantar, aguantar, hasta que una ventaja arriba pueda ser aprovechada por Paolo Guerrero. Un puntazo que sabe a gloria. 

No me esperaba otro partido de Argentina. Perú soportando a Biglia y Messi, bien aplicado en la marca con Tapia y Yotún para engranar jugadas de soporte que sirvan de respiro a la dominante volante gaucha. No nos gusta ver a Perú atrás, pero Gareca hizo bien su tarea de asegurar el arco.

Creo que Perú pudo adelantar un poco más sus líneas en la última parte del segundo tiempo, cuando al cuadro de Sampaoli se le acabaron las ideas por no poder penetrar las bandas, salvo en algunas ocasiones cuando Corzo fue superado por su margen derecha. Valiente Perú para mentalizarse en que nunca fue menos que un cuadro descuajado.

Ya no me importa que a estas alturas Perú haya ratoneado, ni me interesa que Araujo reviente la pelota para no intentar lucirse frente al mejor jugador del mundo. Es que hay que tener huevos para plantarse en la Bombonera y salir con la cabeza levantada, con el pecho hinchado, con la moral al tope.

A falta del partido frente a Colombia, que jugará su final aparte tras perder frente a Paraguay en su cancha, creo que Perú está más cerca de ir a Rusia que la vez en que nos eliminó Chile por goles del mundial del 98. Porque hace cuatro fechas que la bicolor no pierde, porque juega con un puñal entre los dientes, porque tal vez no tenga figuras extraordinarias, pero tiene una fortaleza mental que no había visto antes en el seleccionado nacional.

Créanme que he sudado tanto como ustedes en los últimos minutos de juego. La selección no se merece más que el aplauso, como dije antes, pase lo que pase hoy en adelante con este equipazo de Gareca.