Valerse de métodos macabros que configuran punitivamente un asesinato o intento de ello -por ejemplo el envenenamiento-, para neutralizar o eliminar a los opositores de un régimen, es una de las mayores bajezas en la dinámica del poder mundial del siglo XXI. Costó y muchísimo a los Estados reunidos en el marco de la Organización de las Naciones Unidas - ONU (1945), luego de la Segunda Guerra Mundial, llevar adelante un conjunto de acciones para que no vuelvan a suceder los desmanes que pusieron en cuestión marginal a la vida internacional anterior, que fue propia de los gánsteres que asolaron en la política internacional en el pasado. Esta vez, las acusaciones a Vladimir Putin, presidente Rusia, de que habría ordenado precisamente el envenenamiento de Alexei Navalny, uno de sus más duros críticos -se haya en estado de coma y lucha por su vida-, de ser comprobado, podría merecer la inmediata censura Internacional y la puesta en marcha de una imputación formal. Más allá de que en el pasado también ha sido señalado de prácticas similares, lo que acumularía un mayor rechazo mundial, la circunstancia de ahora, por las evidencias de una atención internacional a la mano, lo podría enlodar de por vida. Hoy, las intimidaciones o las formas selectivas para silenciar a las personas que representan un obstáculo en los objetivos del poder son difícilmente mantenidas en el más completo secreto o hermetismo. Hoy todo se sabe y es denunciable. Putin es un completo autócrata y nadie cuerdamente podría dudarlo. Su plan para permanecer por 36 años al frente del país ha sido perfecto. Controla gran parte del aparato funcional ruso y no tiene rivales en la mira y si aparecen buscará acabarlos políticamente. De hecho, varios que lo criticaron han sido confinados como Navalny, a la cárcel y movidos estratégicamente a lugares periféricos como Siberia, donde se encontraba precisamente Navalny en el momento del atentado. En lo inmediato, lo que se espera es la recuperación del joven opositor, y luego una profunda investigación que satisfaga a los rusos y a la comunidad internacional. Esperemos a ver el desenlace.