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“¿Tan difícil es caminar derecho?”. Esa era la frase de la ex primera dama Nadine Heredia con la que intentaba desmarcarse de cualquier rumbo irregular del gobierno de su esposo, Ollanta Humala. Con el paso del tiempo, y a la luz de los hechos, todo hace pensar que ese concepto solo apuntaba a echarle la culpa a otro de lo que ella hacía en las altas esferas.

Aunque las investigaciones sobre el caso del Gasoducto Sur Peruano (GSP) deben continuar su curso, de acuerdo con las declaraciones de algunos colaboradores Nadine está bajo sospecha por presuntamente haber favorecido a la empresa Odebrecht durante el gobierno de su esposo Ollanta Humala. Si esto se comprueba, no hay duda de que su comportamiento ha sido incoherente y errático en las altas esferas del poder.

Aunque su abogado Wilfredo Pedraza trate de separar este caso de carácter penal, según lo declarado por la fiscal Geovanna Mori los testigos protegidos vinculan a la ex primera dama con altos funcionarios de Odebrecht, empresa brasileña que, junto a la española Enagás, se adjudicó la megaobra.

Si todo esto se comprueba, a Nadine “se le viene la noche”. Este caso parece más contundente que el del aporte de millones de dólares a la campaña electoral del Partido Nacionalista en el 2011.

Esperamos que las investigaciones no se dilaten y vayan por cauce regular. Se infiere que si se va por una dirección específica, todo terminará en una sentencia ejemplar, que es imprescindible para enfrentar el futuro. Todo lo demás será demagogia.