Voy a explicar jurídicamente qué es lo NO PACÍFICO. En realidad, lo no pacífico es exactamente lo mismo que lo violento; por tanto, los medios no pacíficos no son otra cosa que la utilización de la violencia como método para conseguir un objetivo, lo que resulta un retroceso flagrante en los esfuerzos de la humanidad en sus relaciones e interacciones de convivencia.

En efecto, la sociedad internacional demoró 2000 años -contando desde el nacimiento de Cristo y varios miles más con anterioridad-, para proscribir el uso de la fuerza entre las civilizaciones. Por eso, progresivamente fuimos dejando las armas para buscar la paz y decidimos reemplazarlas por lo que la doctrina hoy abrumadoramente reconoce y acepta como medios de solución pacífica de controversias o mecanismos de resolución pacífica de conflictos: voluntarios (negociación, buenos oficios, mediación, conciliación y arbitraje) y jurisdiccional (las instancias supranacionales que son las cortes o tribunales).

Por tanto, insistir en la violencia como método como hicieron los que pregonaron la lucha de clases en el siglo XIX a partir de un proceso dialéctico -acción y reacción- que no podía entenderse de otra manera que no sea por medio de la violencia, en realidad lo que están confirmando es una conducta en acto marginal a lo establecido por la comunidad internacional.

No ser pacífico es aliarse con la involución humana que nos volverá a la sociedad de la barbarie en que no había más reglas que la fuerza. Los que tienen vocación no pacífica en realidad son incapaces de sostener alianzas y mucho menos de garantizar la palabra como la base para el cumplimiento de los acuerdos que desaparecen por imperio de la violencia vuelta estructural.

Argumentar para conseguir un resultado a cualquier precio es temerario y rompe los patrones del convencionalismo poniéndose ipso facto en una situación marginal al derecho que es la ciencia que regula la vida social con leyes de la paz. Actualmente, pregonar y actuar en paz es una obligación jurídica por lo que tipifica como delito de apología a la comisión de actos punitivos incitar a la violencia. Las palabras del señor Vladimir Cerrón están así encuadradas, y si acaso las dice en nombre de su partido, Perú Libre, podría comprometer para que sea declarado marginal, proscrito o hasta subversivo.