Las tensiones entre Rusia y Ucrania, se han intensificado en las últimas horas. En realidad, desde que se produjo el desmembramiento de la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), que liberó de los nudos del comunismo a las 16 repúblicas que formaron junto a Rusia la entonces fuerte y dominante Unión Soviética, durante la denominada Guerra Fría (1945-1991), a Moscú le ha dolido en el alma perder el territorio de Kiev, riquísimo en gas y otros recursos que bajo la jurisdicción rusa hubiera supuesto gigantescos ingresos que se les fueron de las manos.

Rusia no puede asimilar de que Ucrania mira con persistencia y convicción hacia Occidente, es decir, hacia Europa y los EE.UU.  Ese horizonte es una completa fatalidad en la lectura de Vladimir Putin que se resiste a considerar a Ucrania fuera del área de influencia del Kremlin, más aún cuando geopolíticamente Kiev calza exacto a los intereses de la otrora superpotencia del mundo bipolar.

Moscú sabe de memoria que perder a Ucrania es la mayor desgracia desde las relaciones internacionales que podría pasarle y por eso en 2013, para asegurar que eso no suceda, de manera unilateral decidió anexar ipso facto a Crimea, la emblemática península en donde se realizara la histórica Conferencia de Yalta de 1945, entre los tres líderes más relevantes de la política internacional de la Segunda Guerra Mundial: Winston Churchill, primer ministro del Reino Unido, Franklin D. Roosevelt, presidente de los Estados Unidos de América, y Iósif Stalin, secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética, para coordinar cómo sería el proceso final para acabar con los alemanes, con Adolfo Hitler a la cabeza.

Más allá de que Crimea haya sido anexada por Rusia contraviniendo el derecho internacional, para Moscú lo que sigue será la anexión de toda la región de Donbás, que comprende a las provincias de Donetsk y Luhansk, sobre las cuales Rusia no va a parar hasta conseguir ilegalmente incorporarlas al país.  Los alemanes y los franceses, los más interesados en la Unión Europea para contar con el gas ucraniano, propusieron un diálogo entre Kiev y Moscú en 2015: Los Acuerdos de Minsk II que luego fueron desoídos. Los rusos cuidan no aparecer como partes del conflicto, pero igual están comprometidos. Veremos.