En los últimos días muchos peruanos hemos tenido la mirada puesta en países que abiertamente han decidido darle las espaldas al Perú como México, Colombia, Argentina y Bolivia, que siguen considerando como jefe de Estado al presidiario Pedro Castillo, a pesar de que el mundo entero lo vio por televisión anunciando el quiebre del orden constitucional que implicaba el cierre del Congreso y la toma del sistema de justicia.

Sin embargo, poco o nada se ha hablado de Venezuela, país donde según un reportaje del dominical Cuarto Poder se encontraría escondido y muy bien tratado el prófugo Juan Silva, el exministro de Transportes y Comunicaciones (MTC) puesto por Castillo desde el inicio de su nefasta gestión para robar, cobrar coimas y “compartir” todo lo que esté a su alcance, según hipótesis del Ministerio Público.

Esta información salió dos días antes del golpe de Estado dado por Castillo, y su posterior vacancia y arresto, por lo que la atención de los peruanos estuvo concentrada en estos hechos. Hoy, con el paso de los días, sería buen saber qué ha hecho nuestra Cancillería respecto a la posibilidad de que el régimen de Nicolás Maduro, con el que el Perú tiene relaciones diplomáticas plenas a nivel de embajadores, esté dando cobijo a un evadido de la justicia peruana.

Ayer por la tarde el Ministerio de Relaciones Exteriores ha reaccionado, luego de cierto letargo, con energía al botar del país al embajador de México en Lima, el mismo que fuera enviado por Manuel Andrés López Obrador a visitar a la cárcel al golpista Castillo. Eso está muy bien, pero habría que ver cómo quedan las cosas con Venezuela, donde estaría escondido uno de los más grandes corruptos y sinvergüenzas producidos por la administración del profesor.

Si la eterna y corrupta dictadura venezolana tiene escondido a Silva y además le asigna un dinero para sus gastos, tal como se ha denunciado, estaríamos ante una nueva puñalada al Perú esta vez de parte de Maduro, un sujeto del que en verdad no se puede esperar gran cosa. Nuestro país no se puede dejar pisotear por estos tiranos y tiranuelos que abundan en la región y que son una vergüenza para todo el continente.