Nuestro querido presidente anda tan distraído con sus planes de futuro político que subestima los intentos de captar su atención, que después pueden reventarle en la cara. Cree que concentrar recursos en los “programas sociales” (que dan pescado, pero no enseñan a pescar) es suficiente para calmar a la gente. Entiendo que no es tan iluso como para soñar con un nuevo gobierno de los suyos, pero a lo mejor le liga algunos congresistas que le ayuden con la rendición de cuentas que le cae a todo expresidente. Por eso es bueno avisarle que en el norte, los piuranos ya llenaron la cacerola y la han colocado sobre la hornilla. Hace algún tiempo que se reúnen, recogen información, hablan y discuten formas de hacerle entender al gobierno central que debe actuar. No son los laberintosos de siempre, los que patean el tablero y queman llantas irracionalmente. Son de la partida alcaldes provinciales y distritales, el arzobispo, la Cámara de Comercio, colegios profesionales, medios periodísticos, y muchos más que no tienen ningún afán protagónico y menos político. El gobernador regional aunque prefiere mantener sus propios canales de comunicación, ve con buenos ojos el movimiento, por lo que no tardará en sumarse. De allí no saldrá ninguna candidatura ni existe el mínimo interés en hacerle daño al partido del gobierno. Suficiente daño se hace él solo. Los sureños tienen fama de malas formas para pedir las cosas y los norteños de acojudados por el sol. Ojalá que la indiferencia presidencial no cambie el buen humor de los piuranos. Que no pongan a hervir el agua y que Ollanta no se asome -y se queje- cuando ya El Niño haya alterado los ánimos y ya no valga la pena sentarse a conversar.