En la tarde del lunes, a nueve días de haber asumido el cargo en medio de la turbulencia por la salida del ministro del Interior, Carlos Morán, y del jefe de la Policía, el general Luis Lavalle, fue removido del puesto el nuevo comandante general de la institución, el general Max Iglesias, todo esto mientras otros mandos son cambiados bajo sombras de actos de corrupción en momentos en que el coronavirus ataca y miles de efectivos se la están jugando en las calles.

Ha asumido el general PNP Héctor Loayza, quien ha tenido que ascender a teniente general a fin de estar apto para el nuevo cargo. Hace diez días era el número ocho de la Policía Nacional. Toda la cúpula policial había salido de juego, incluyendo a los dos oficiales más antiguos que el nuevo comandante general, que ayer han tenido que pasar al retiro de acuerdo a la ley. Todo esto en medio de una pandemia que hasta ayer costaba mil 444 vidas “confirmadas” en el Perú.

Esto no hace nada bien al país ni a la institución que necesita un mando sólido y empoderado, para poner fin a las raterías destapadas y darles la moral necesaria a esos agentes de a pie a los que se ha fallado largamente en las últimas semanas. Recordemos que se les ha dejado haciendo colas en la calle para una prueba rápida, no se les han dado los equipos necesarios de seguridad personal ante el virus y han tenido que ver a sus jefes llenándose los bolsillos.

Y en momentos de cambios en medio de fétidos olores, llamó la atención el error cometido por el ministro del Interior, Gastón Rodríguez, al nombrar como jefe de su gabinete de asesores a un abogado de policías cuestionados. Esa labor a cargo del letrado, como parte de su ejercicio profesional, no constituye delito. Desde la óptica legal, todo está bien. Sin embargo, bajo una mirada política no fue lo mejor. Finalmente el hombre renunció anoche.

La policía no puede ir herida al combate contra una enfermedad tan agresiva como esta. Si los mandos caen de un día para otro y otros son cuestionados, no se puede pedir al capitán, al teniente o al suboficial que vaya a poner el pecho en las calles, y menos aún cuando suben los contagios y la gente tiende a salir pese a la vigencia de la cuarentena. Es necesario tomar al toro por las astas en la PNP, para superar esta crítica situación que afecta al país entero.

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