Pese a la prohibición de las manifestaciones públicas por el estado de emergencia, las marchas y actos de protestas se incrementan en todo el país. Es evidente que cualquier concentración de personas genera alto riesgo de contagio de coronavirus para estas. Sin embargo, parece que ello no preocupa a algunos ciudadanos que han salido a las calles a reclamar.

Esto es lamentable, pero también lo es que estas convocatorias terminen en sucesos de violencia y vandalismo, como lo ocurrido en la provincia de Espinar, en el Cusco, donde pobladores bloquearon el Corredor Minero, apedrearon vehículos de la minera que opera en esa zona y quemaron dos unidades.

Más allá de las demandas de la gente (entre los cuales destaca el pedido de mil soles a cada habitante del lugar por concepto de un bono humanitario frente a la pandemia) es necesario resaltar que el diálogo es lo más importante para resolver conflictos. Para ponerse de acuerdo, ambas partes deben sentarse en una mesa y tratar de solucionar sin dilaciones el conflicto social. Hay que evitar que se impongan las posiciones del que grita más fuerte o del que pega más fuerte.

En general, las protestas sociales se han incrementado en los últimos meses. Según la Defensoría del Pueblo, hasta junio de este año hay 220 manifestaciones, cuando en marzo solo había 85. Es cierto que la crisis sanitaria y económica por la pandemia de la COVID-19 ha acelerado los reclamos, sin embargo, no hay que caer en extremismos ni descuidar la salud.