La exministra de Salud, Pilar Mazzetti, no solo cometió el grave error de vacunarse por lo bajo mientras cientos de peruanos morían, sino que luego tuvo el desparpajo de ir al Congreso, mentir y decir que iba a ser la última en inmunizarse, para más tarde renunciar a su cargo haciéndose la indignada y quejándose por un supuesto maltrato de parte de los legisladores que la llamaron junto a la premier Violeta Bermúdez.

Incluso el sábado último el propio presidente Francisco Sagasti salió en defensa de Mazzetti y se quejó de ese Congreso que este espacio he criticado muchísimas veces. Lo hizo quedar en ridículo. La descomunal mentira de la extitular de Salud llevó a un nuevo roce entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo, mientras personajes como el flamante canciller Allan Wagner usaban su cuenta de Twitter para pedir a la ministra que no deje el cargo. Todos engañados, todos.

La exministra Mazzetti ha metido una puñalada en la espalda a todos los peruanos, especialmente a los que han perdido a un padre, a una madre, a un hijo, a los que siguen haciendo cola por un poco de oxígeno. Pasará a la historia no por los miles de muertos que nos dejará su gestión, sino por su actitud que no será borrada ni con las sentidas disculpas que ensayó apenas el presidente Sagasti informó que ella había sido una de las privilegiadas.

Pero en la lista no solo están Mazzetti –quien ayer ha salido por la puerta falsa del servicio público–, sus viceministros y la excanciller Astete, sino también un grupo de funcionarios del Ministerio de Salud y otros del “entorno cercano” que tendrán que dar una buena explicación al país por haberse puesto por delante mientras los demás morían y siguen muriendo. Para todos ellos hubo vacuna. Para los demás, sálvese quien pueda.

Se ha anunciado que el Misterio Público de Zoraida Ávalos hará una investigación sobre este escándalo. Sin embargo, la actuación de la fiscalía ha sembrado dudas desde hace mucho, pues para los enemigos siempre ha habido garrote, y para los amigos la mano blanda que indigna. Si otros fueran los sinvergüenzas inmunizados, ya estaríamos viendo allanamientos y por lo menos impedimentos de salida del país. Por ahora acá, no pasa nada.